Porque ahora veo tus fotos y solo pienso: “Este ángulo es tan bonito”, por eso sé que ya no te amo. Y aunque en algún momento le temí al vacío de no amarte, esa sensación terminó siendo lo mejor que experimenté después de que te fuiste.
Yo nunca voy a perdonarte, sin importar cuánto lo intentes. No es porque te marchaste o por lo que me dijiste; es porque me robaste mi tiempo y mis lágrimas; y esas dos cosas nunca vas a poder regresármelas. Sin embargo, y para consuelo tuyo, yo tampoco me libro de tener que pedirte perdón.
Te dije que estabas en los libros y en las canciones y en mis historias; pero sospecho que quizá no. Porque mis libros y mis canciones y mis historias siguieron existiendo después de que te fuiste. La música que me robaste volvió, los miedos que creaste se esfumaron, los regalos que me diste siguen en la habitación.
Perdón por no aferrarme eternamente a tu recuerdo; perdón por no poder hacerte irremplazable. Un año es tan poco tiempo para alguien como yo, capaz de perseguir la sonrisa de la gente a través de las generaciones, capaz de insistir para que el cariño no se desvanezca. ¿Quién eras tú? ¿Qué hacías? ¿Acaso lo supe alguna vez realmente? ¿Acaso tú supiste ver quién era yo?
Eras viento cuando te conocí y seguiste siendo viento cuando te fuiste. Ahora no te veo, no te escucho y no te siento. Ahora no tengo la necesidad de verte, escucharte o sentirte.
Perdón por considerar que estas palabras se desperdiciarían siendo tuyas y por elegir compartirlas con el mundo entero antes que contigo. Es que en mi mente no eres ya una persona que existe, respira y siente; para mis letras eres ahora solo un fantasma, hecho de palabras y viento.
Perdón por llenar tu ausencia con infinita felicidad y sustituir el sonido de tu voz por mi propia risa. No pude sufrirte eternamente, incluso cuando puse bastante empeño en eso.
Perdón por escribirle a alguien más con la misma pasión con la que alguna vez te escribí, perdón por soñar con alguien más sueños más grandes que los que tuve contigo. Perdón por seguir mi vida. No pude amarte para siempre, como te lo juré en mis cartas. Solo por eso, yo misma he dejado de ser como los personajes de mis historias.
Esto era yo, en el fondo. Solo palabras enredadas y cartas escritas en tú. Cuando llegaste y cuando te fuiste, esto era yo. No estabas en mis libros, ni en mis canciones, ni en mis historias. Nadie puede estar en mis libros, ni en mis canciones, ni en mis historias. Ahí solo estoy yo, como un espejo distorsionado que te atrapa a ti y a todos los que he conocido en la ilusión de lo eterno.
Fuiste una ilusión hermosa y macabra, fuiste una musa, fuiste un cristal de emociones. Perdóname porque, a la larga, no pude evitar que te rompieras.